“Nocturna lado A: La noche del hombre grande”, miedo y reflexión ante la muerte

La vejez es, probablemente, la etapa de la vida más temida por muchos, pues ante el miedo de la decrepitud del cuerpo y de la mente, además del pavor de morir en soledad, hasta el espíritu del más fuerte flaquea ante tales pensamientos. “Nocturna lado A: La noche del hombre grande” es un aterrador pero bello ejemplo de esto.

Ulises y su esposa son dos ancianos que viven apartados del mundo en la soledad de su departamento. Su vida se ha hecho tanto más monótona por cuanto más cerca de la muerte se sienten estar. Sin embargo, en lo que será la noche más extraña de sus vidas, serán visitados por el fantasma de una mujer que los hará replantearse sus errores y vivencias del pasado.

El director Gonzalo Calzada nos trae esta hermosa película argentina donde lo aterrador se hace de lado para dar paso a la reflexión, la nostalgia y la incertidumbre de la senilidad. Todo esto a través de una entrañable actuación de Pepe Soriano como Ulises.

Este último es un hombre tierno y dulce que sólo desea pasar sus últimos días en el departamento junto a su esposa. Desgraciadamente, también es un viejo que poco a poco ha perdido la noción del tiempo y el espacio (la razón), por lo que la mayor parte del día ni siquiera sabe lo que ocurre a su alrededor.

Para empeorar las cosas, tanto él como su esposa son dos padres olvidados por sus hijos, quienes, en el mejor de los casos, han hecho sus propias vidas pero, en el peor, simple y sencillamente han perdido el interés por papá y mamá.

Todo esto provoca que la película no sólo ocurra en una atmósfera nostálgica y triste, sino también aterradora, aunque no propiamente en el sentido visceral al que nos tiene acostumbrados el cine de terror; no, en su lugar, es un miedo más humano y cercano a cada uno de nosotros.

Así, a pesar de que la trama muestra una que otra presencia fantasmal de vez en cuando, no es este fantasma al que se le debe tener miedo, pues en su lugar, la soledad, la locura y el temor a una muerte o, peor aún, a ser olvidado por el mundo, son los principales monstruos de esta película que, como dijimos antes, llama más a la reflexión que al miedo. Y eso está bien.

Por otro lado, uno de los pocos fallos de esta obra es su duración bastante larga, aunque gracias a su paleta de colores (que por breves momentos recuerda al Giallo) y empatía que el personaje de Ulises transmite, su final logra ser todavía más desgarrador de lo que uno esperaría a pesar de ser un tanto predecible; pues a fin de cuentas, como la vida misma, todos sabemos lo que va a ocurrir en la última escena.

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